Rugby femenino: homenaje a las mujeres que encendieron la pasión
En la Facultad de Educación Física se llevó a cabo un merecido reconocimiento a las pioneras del rugby femenino en Tucumán. Una noche emotiva.
El rugby, en Tucumán, tiene un lugar distintivo, un lugar donde nació el deporte de la ovalada de la provincia: la Facultad de Educación Física.
Por eso fue elegido como el lugar indicado para homenajear a las primeras valientes que dieron el paso necesario para que hoy la Unión de Rugby de Tucumán tenga casi 400 chicas inscriptas jugando en diferentes categorías.
En el aula magna se congregaron las ex alumnas del profesorado, las que formaron las Huarmi originales y las que continuaron con el nombre en el club Cardenales. En el acto estuvieron el decano de la Facultad, Raúl Lishinsky, el presidente de la Unión de Rugby de Tucumán, Santiago Taboada, los ex entrenadores David Rufino, Leo Díaz, Gustavo Laurant, Sergio Ahmad y Carlos Prado y los actuales como Walter Majolli , Rudy Medina (Huarmi Cardenales), Emilio Valdez (Las Yaguaretés).
Allá en la década del 30 comenzó Natación, jugaron allí los hombres de Tucumán Rugby, Universitario y Cardenales. Y al borde de la pileta nació la Unión del Norte en 1944.
50 años después, un cambio de planes de la carrera del profesorado de eduación física, inició la chispa del rugby femenino que no se apagaría hasta hoy. No por nada es «Cuna del Rugby en Tucumán», como reza el diploma entregado a cada una de las pioneras de la ovalada femenina.
En 1995 las alumnas podían cursar la materia rugby (que estaba vedada para mujeres como el cestoball para los hombres) pero recién en 1997 el profesor Fernando Erimbaue decidió publicar, en La Gaceta, la invitación para «todas aquellas que quieran practicar» el deporte. Fue sorprendido por la convocatoria que, al tercer entrenamiento, llegó a 170 chicas.
«Pero, ¿y ahora?», se preguntaba el profe porque eran muchas chicas pero no tenían con quién jugar, salvo entre ellas. Hasta que en 1999, se enteraron que había un equipo en Chaco (Abipones), otro en Santa Fe (Charoga) y otro en Buenos Aires, las Ñandúes (estudiantes de educación física también).

El primer encuentro se llevó a cabo en la ciudad de Castelli, donde el plantel tucumano llegó en «un cambión de vacas», según contó como anécdota la profesora Florencia Sidenius ya que, a pocos kilómetros, se rompió el colectivo que las trasladaba a Chaco.
Ileana Dulot, a quien le entregaron la distinción por ser la primer árbitro mujer en el rugby tucumano, contó en un tono de broma cómo los hombres «descreían y hacían chistes sobre mi intención de ser árbitro. Hasta que un día llegó la invitación para dirigir juveniles. Ahí, se acabaron los chiste».
Antes de finalizar el acto, se vio un video que reflejó lo hecho en los 25 años, con esas primeras noticias que eran toda una novedad de la participación femenina en el rugby hasta la realidad de los distintos torneos jugados a nivel nacional y los campeonatos obtenidos por los seleccionados tucumanos de seven y de quince.

Luego, en la entrada de la Facultad, se descubrió una placa con los nombres de aquellas primeras alumnas de la cátedra que quedarán grabadas para siempre recordando esa primera vez aprendiendo las reglas y los valores del rugby.
Una noche especial que se hizo esperar. Pero que valió la pena.