«Ahora lo estoy disfrutando»
WELLINGTON — Todas las noches, Julio Farías, tercera línea del seleccionado argentino, logra esquivar las distancias entre su familia, en Tucumán, y él, en Nueva Zelanda. El cotizado Skype y el teléfono son sus vías de escape para sentirse un poquito más cerca de la contención hogareña, de las personas que ama.
Del otro lado de la pantalla o de la línea, impacientes, lo esperan María Celeste, su esposa, y sus tres hijas, Valentina (9 años), Ana Sofía (dos años) y María Joaquina (11 meses). Sus cuatro chicas, como él las define. «Se las extraña mucho, pero el sacrificio vale la pena. Lo que me está tocando vivir es algo único, soñado, y por suerte mi mujer me banca y me apoya. Para mí su respaldo es muy importante, porque en un torneo como éste es fundamental tener la cabeza bien para estar al 100%», le confiesa a Scrum este grandote de flamantes 33 años (los cumplió el 19/9).
Escucharlo al Flaco hablar de su familia, emociona. Sabe que ellas, si bien se encuentran físicamente a más de 10000 kilómetros, están a su lado; son las que lo impulsan a tacklear, a saltar, a correr, a ser lo que es: un Puma. «Vengo de un año bastante movidito y, la verdad, a mi hija más chiquita casi ni la conozco. Pasó más de la mitad de su vida sin su papá a su lado», reflexiona, con cierto dejo de melancolía.
Farías habla de «año movidito» y la realidad es que su vida en el seleccionado argentino ha sido de una vorágine pocas veces vista. Su primer test match lo disputó en noviembre de 2010 (vs. Francia) y hoy, sólo diez meses después, es titular en el equipo que se está jugando el pellejo en el Mundial de Nueva Zelanda.
«La verdad es que todo lo que me pasó fue muy rápido. Fueron muchas cosas juntas y, quizás, eso me jugó en contra, porque no terminaba de canalizar una emoción que enseguida venía otra nueva. Esto me hacía encarar los partidos con muchos nervios, pero hoy ya tengo los pies sobre la tierra y trato de disfrutar todo lo que me está pasando», cuenta.
-¿Se puede realmente disfrutar cuando la velocidad de los hechos es tan elevada?
-Cuesta, cuesta bastante. Es un tema que, psicológicamente, lo trato todo el tiempo. Cuando estoy caminando por las paredes de los nervios trato de poner la cabeza en frío y me digo a mí mismo que tengo que disfrutar del momento, porque me costó muchísimo llegar hasta acá.
Al tucumano, si bien ya está concentrado en el próximo partido ante Escocia, hay algo que todavía no lo deja descansar tranquilo: una molestia física. Porque si bien fue titular en el primer partido mundialista ante Inglaterra, debió bajarse del segundo, ante Rumania, a último momento debido a una fatiga en el isquiotibial. «Me jodió bastante no haberlo podido jugar, pero hicimos bien en parar la máquina», le dice a Scrum, para enseguida agregar: «todavía tengo el tendón del isquiotibial un poco inflamado y me molesta, aunque venimos trabajando eficientemente con el cuerpo médico y hoy respondí muy bien a los movimientos que me indicaron. Pude mover las piernas, ja. Si los técnicos me eligen, quiero jugar. No me lo pierdo ni loco».
-¿Te presionás pensando que la lesión te puede dejar afuera de este partido?
-Te juega un poco en contra y es normal que así sea. Tendría sangre de pato si no lo sintiera así. Nadie quiere perderse un partido en un Mundial.
-¿A la cancha se entrás temeroso cuando sabés que sufrís alguna molestia?
-Jamás. Voy a fondo; siempre.
El Flaco no quiere, por nada del mundo, quedarse afuera del trascendental choque de planetas. Y sueña con volver al hotel, encender la computadora y decirle a sus chicas: «le ganamos a Escocia». Ojalá que se le cumpla.
Fuente: Scrum